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martes, 31 de enero de 2012

Capitulo 21

-Verás Abby, he hecho una cosa my mala, no sé que hacer…
-¿Qué pasa Dani?¿Qué has hecho? Me estás asustando- Dije nerviosa.
-Abby, estoy…ya sabes.-Se mordió el labio y se llevó una mano a su vientre, mientras, una lágrima caía de su ojo y se resbalaba por su mejilla.

No sabía qué hacer, era Dani. Mi mejor amiga, la conocía desde que éramos pequeñas y estaba embarazada. Había una vida en su interior, era la niña que había dentro, se había escondido porque había llegado otro ser más pequeño aún. ¿Cómo podía haberlo permitido? Estas cosas en estos tiempos no deberían de pasar a no ser que fuese queriéndolo, en ese caso no entendía como una joven como Dani, podía querer tenerlo ahora. Pensé que era una adolescente con cabeza que no se dejaba llevar por los calentones.

-Lo siento mucho Abby, estaba muy preocupada y no creía que nadie lo fuese a entender.
-¿Qué piensas hacer?
-No tengo ni idea, estoy aterrorizada.

La abracé, no tenía fuerzas para nada más, no podía regañarla, lo estaba pasando mal y necesitaba comprensión. Oía como su respiración se entrecortaba, su voz se había convertido en jadeos y las lágrimas resbalaban hasta llegar a mi hombro.

-Escúchame, te voy a apoyar en cualquier cosa, sea lo que sea lo que decidas hacer.

Me abrazó con más fuerza, había temor y miedo en sus brazos, su cuerpo temblaba, como el de una niña pequeña que se pierde en un centro comercial, pero en el fondo es lo que era, una niña.

-Abby, me ha dejado, ha dejado de hablarme…-me dijo con la voz entrecortada.
-¿Qué?¿Estas diciéndolo enserio?
-Sí.-Gimoteaba y lloraba cuando hablaba.

Me enfadé como nunca lo había hecho, era, como si me lo hubiesen hecho a mí. Llegó la hora del recreo, miré por todos los lados y rincones del patio. Mis ojos se detuvieron en una chaqueta de cuero negra y unas botas a juego, un cigarrillo en una mano, subí mi mirada hacia el rostro, allí estaba, con su media sonrisa y sus ojos fijos en mí. Estaba demasiado furiosa para concentrarme en él. Busqué y le encontré, iba caminando al lado de otra chica, que por supuesto, no era Dani.

-¿De qué vas? ¿Quién te crees que eres? Dejas a mi amiga embarazada y ¿te piras con otra tía?

Le empujé con todas mis fuerzas, le odiaba como nunca había odiado a nadie. Le pegué. Le di una bofetada, sentí como me empujaba y yo le gritaba aún más fuerte si cabía. Nos enzarzamos, no veía nada, solamente a él. Noté como un brazo me cogía, atrapaba mi cuerpo justo cuando él levantó la mano para atizarme un puñetazo. Me separó de la pelea, su puñetazo fue un lanzamiento fallido. Empecé a mirar a mi alrededor, solo vi una sombra negra, empecé a distinguir las cosas que me rodeaban y visualicé una cazadora negra de cuero, en ese momento sonreí.

-¿No te ha dicho tu madre que a las señoritas no se las pega?
-Yo no veo ninguna por aquí.

Kyle lanzó un puñetazo en la mandíbula de su rival, parecía que tuviese experiencia haciendo eso.

-Será mejor que aprendas a tratar mejor a las mujeres.

Me ofreció su mano, la cogí. Me pasó su mano por la cintura pegándome a él.

-De nada ¿eh?- Me dijo con una sonrisa, acercándose peligrosamente a mi boca.
-No hubiese necesitado tu ayuda, me las podría haber apañado sola.-Le dije intentando separarme de él.
-Por supuesto, como no.-Sonrió con sarcasmo.- Pequeña, si no te hubiese apartado, tu culo estaría en el suelo y tu carita destrozada.- Se apartó.- Por cierto deberías mirarte lo de esa herida.- Me sonrió y se fue hacia el edificio del instituto.

Me toque la cara, la zona de alrededor del ojo, tenía sangre. Me mareé, no soportaba ver mi propia sangre, nunca lo había hecho, me desmayé y caí en medio del patio.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Capitulo 20

Seguí como si no le hubiese escuchado, Kyle sabía que ese nombre me traería grandes problemas. Cuando sonó el timbre me tocó volver a mi sitio, a su lado. Para colmo no había visto a Dani. No paraba de hacer ruido con los dedos en el tablero de la mesa y yo intentaba atender en clase por una vez.

-¿Quieres parar de hacer ruiditos?-susurré para que no me escuchase el profesor.
-Te molesta todo de verdad, así no podemos convivir en clase.-Dijo con una media sonrisa.
-Es que no quiero convivir contigo, te has apropiado del sitio.-Le dije forzando una sonrisa.
-Pues que pena, me pienso quedar aquí todo el curso.-Me guiñó el ojo.

No me lo podía creer me estaba poniendo tan nerviosa al estar a su lado. Intentaba hacerme rabiar o eso creía yo pero no le iba a dar ese gusto. Sabía cuáles eran sus puntos fuertes, su sonrisa y la mirada oscura como la noche.
Pasó el día, caminaba por el pasillo para ir otra vez tuve que dar la vuelta al edificio para coger la moto. Noté como un cuerpo me golpeaba pero no con mucha fuerza, solo la justa para que mirase a quien me golpeó. Era él.

-¿Qué pasa?¿No puedes dejar de mirarme, Abby?-Me soltó sonriéndome.

Me preparé para contestarle pero se puso los cascos justo en el momento oportuno, cuando lancé la primera palabra que se me pasó por la cabeza.

-Imbécil.

No sabía si me habría escuchado pero yo lo solté. Vi que se giró y se acercó a mí, demasiado cerca diría yo. Muy próximo a mi oído.

-Qué lástima que te caiga tan mal.-Sonrió.-Tu no me caes así, es más no estás tan fea como siempre cuando te sonrojas.

Se puso el casco de la moto y se subió a ella, sin música. Arrancó y se fue tan rápido como había llegado al instituto.
Cuando me quise dar cuenta, estaba en el sofá con Matt, abrazándole. Me tenía colmada de mimos y todo era estable, no había broncas. Era todo perfecto, estábamos compenetrados en todos los sentidos. Sabíamos lo que quería el otro sin tener que decírnoslo. Lo pensé bien y le quería, muchísimo.

-Matt, sí que quiero.
-¿Qué quieres qué cariño?
-Pues salir contigo tonto.-Sonreí y le di un beso suave y me aparté para ver su cara.

Estaba radiante, sonrió, vi la sonrisa de cuando era niño. Sus ojos alegres, se iluminaros, era una verdadera cara de felicidad. Quien iba a pensar que con tan pocas palabras se podría hacer tan feliz a alguien. Alargó sus manos para coger mi cintura me besó, el beso más tierno que me habían dado nunca pero a la vez apasionado, abría mis labios poco a poco con los suyos y  los acariciaba con su lengua. Yo le abrazaba y arqueaba mi espalda para tener la mayor superficie de mi cuerpo pegado al suyo. Apoyé mi cabeza en el reposabrazos del sofá y sentía como Matt se pegaba más a mí. Lo hicimos y fue la vez que más me gustó la más tierna y apasionada a la vez, la vez con la que más amor lo hicimos. Noté como sus brazos me acariciaban y recorrían cada parte de mi cuerpo sin dejarse alguna parte por tocar. Sentía sus labios pasar por todos los rincones de mi piel. Como lo hacía con cuidado para no dolerme aunque a estas alturas, ya estaba más que acostumbrada a ello. Me apartaba el pelo y cogía mi cara entre sus manos y me besaba. Yo sonreía era lo único que podía hacer, y él también. Sonreía como nunca, porque yo le había dicho que quería estar con él.

Al día siguiente me desperté con una sensación de alegría, con una sonrisa en la cara. Me duché, mi piel estaba tersa, irradiaba felicidad. Llegué al instituto pero esta vez no estaba la moto de Kyle, aparqué ahí, era la mía. Llegué a clase y vi a Dani. Salí corriendo hacia a ella.

-¿Se puede saber dónde demonios te has metido Dani?
-Es una historia muy larga, pero estoy bien Abby tranquila.

Estaba feliz, pero algo la había pasado, lo notaba en sus ojos intranquilos. Eran ojos de niña pequeña, todavía se podía ver su yo infantil. Estaba ahí escondida la pequeña Dani, corría de un lado a otro de la habitación mordiéndose las uñas con los ojos bien abiertos, sin parpadear.

domingo, 16 de octubre de 2011

Capitulo 19

Me quedé atontada, no había procesado lo que me había dicho. <<Te quiero>>, esas dos palabras resonaban en mi cabeza. Era impensable que Matt me hubiese dicho eso, me lo podía esperar de cualquier chico pegajoso, pero no de Matt. Siempre había sido de guardar sus sentimientos porque pensaba que decírselos a alguien le convertiría en una persona débil a la que podían atacar. Que sus sentimientos eran sus puntos débiles y no debía mostrarlos.
Sonreí involuntariamente,  al principio me extrañó que me lo hubiese dicho pero en realidad me halagó. Matt me había desvelado un secreto, un sentimiento.

-Yo a ti también.-Le besé.
-Abby, -Me agarró el rostro y me lo acarició.- no quiero que me lo digas por cumplir, quiero que me lo digas porque lo sientas. Yo lo siento y por eso te lo he dicho.

Reflexioné, ¿le quería? Le tenía mucho cariño eso sí lo sabía. Nunca había querido a nadie por lo tanto no sabía lo que se podía sentir al querer a una persona. Quería a mi madre, y a Dani por supuesto pero era otra manera de querer. Suponía que sí que le quería, que  habíamos compartido muchos momentos juntos y realmente parecíamos una pareja.

-Matt, sí te quiero.-Dije con total sinceridad.
-¿De verdad?-Se acomodó en el sofá, se sentó y agarró mis manos mirándome a los ojos.- Abby, desde que llegué aquí, solamente tú me has alegrado los días. Eres la razón por la que me despierto con una sonrisa cada día. Te quería preguntar si querías salir conmigo…

Ahora sí que me había quedado en shock. Era la primera vez que me decía <<te quiero>> y para colmo me había pedido salir.

-No hace falta que me contestes ahora, ¿vale? Quiero que te lo pienses bien, esta no es una decisión de las que se toman a la ligera.
-M..Ma..Matt ¿por qué? Quiero decir, nunca antes me habías dicho nada parecido a un te quiero ni habías mostrado tus sentimientos…
-Porque Abby, mereces la pena. Sé que eres una chica genial, y para mi gusto perfecta.
-Pff…déjame pensarlo ¿vale?
-Mi tiempo es tuyo Abby.

Me encantaba oírle decir mi nombre. Hizo amago de irse, pero le agarré y le besé solo estuvimos besándonos y me encantó. Me sentía feliz con él. No se lo diría hoy pero seguramente le diría que sí.
Al cabo de un rato se fue de mi casa y me duché, mañana tenía clase y quería despejarme, no había hecho la tarea de lengua, pero no podía llevarlo todo al ámbito personal, tenía que asegurarme cierta nota.
Llegó otro día y el sol acariciaba mi cara, cada día iba amaneciendo más tarde y se iba notando la lenta pérdida del sol. Asique aproveché los últimos rayos de sol que quedaban del otoño. Sonreí, me duché e completé mi ritual matinal.

No sabía nada de Dani, no me había llamado y a mí se me olvidó preguntárselo a su hermano. No me gustaba que fuese con ese chico, había faltado a clase y no me contestaba a los mensajes.
Cogí la mochila y me subí a la moto, miré el reloj del móvil, perfecto, iba cinco minutos antes que el otro día tenía que aparcar antes que ése chico.  Fui lo más rápido posible hacia el instituto, pero ahí estaba, esa enorme moto negra. Me quedé mirando la moto con la boca abierta, tanto como el casco me lo permitía. Escuché una voz detrás de mi cuello.

-¿Te molesta mucho la moto?

Me giré y me encontré con una media sonrisa sarcástica. Estaba convencida de que lo hizo aposta. Giré mi cabeza y aparqué mi moto en la otra plaza detrás del edificio. Estiré mis vaqueros y la camisa a cuadros para que me quedase lo suficientemente holgada.
Volví a la parte delantera del instituto y fui a mi clase.

-Bueno esto es el colmo. ¿No vas a preguntar si está ocupado?
-No hay nadie sentado así que supongo que no, no está ocupado.- Contestó con otra media sonrisa.

Dejé mi mochila encima de la mesa e iba a ir hacia el pasillo cuando de repente escuché la misma voz profunda.

-Me llamo Kyle.

sábado, 8 de octubre de 2011

Capitulo 18

Me quedé con la boca abierta. Era el primer chico, encima adolescente, que pasaba así de mí. Me subí a mi moto y me quedé pensando en por qué no me había hablado, ni siquiera para preguntarme si el sitio de mi lado estaba ocupado. Arranqué la moto y lo dejé pasar, seguramente sería un freakie, un chico raro de esos a los que les intimidaba hablar con las mujeres, un desperdicio, dado que era uno de los chicos que más buenos estaban de todos los que conocía. Me dirigí a mi casa, había visto a Cristian por los pasillos y él ni si quiera me había mirado, no sabía lo que me podía pasar hoy, creía que me había despertado invisible.

Sin embargo, Matt no se despegaba de mí. Había venido en el recreo a verme, no soportaba que me agobiasen pero a una le gusta sentirse siempre querida. Matt era muy dulce y aquello me encantaba, él podría ser el chico perfecto: era guapo, tenía un cuerpo de escándalo, era dulce y a la par apasionado.

Cuando llegué a casa, engullí la comida y me tumbé en la cama mirando al techo, pensé que no podía seguir así, Christian había pasado de mí y eso me molestó. Decidí pasar de él y centrarme en Matt que al fin y al cabo siempre había sido mi chico.
Le llamé para que viniese a casa ya que mi madre no estaba y tenía necesidad de cariñitos. Fui a la cocina y empecé a hacer palomitas calculando la hora a la que Matt vendría. Fui a mi cuarto y me cambié de ropa. Me puse unos pantalones de baloncesto y una camiseta nadadora roja a juego con las rayas del pantalón negro. Me solté el pelo sin ningún tipo de adorno y como maquillaje solamente raya en los ojos.

Sonaron a la vez la puerta y el microondas. Fui hacia la puerta y le abrí sonriéndole.

-Hola princesa,-Sonrió -¿qué tal vas?
-Buenas. Bien pasa anda.

Le sonreí y fui a la cocina a sacar las palomitas que todavía saltaban en la bolsa de papel, cuando noté unas manos sobre mi cintura y unos labios posarse en mi cuello. Me encantaba que hiciese eso. Sentí que su mano se deslizaba por mi cuerpo, yo pensaba que iba a acariciarme pero cogió un puñado de palomitas, un refresco para mí y una cerveza para él.
Matt y yo no necesitábamos hablar, nos entendíamos a la perfección, eran muchos años juntos. Me dio un beso en la cabeza y fue directamente hacia el sofá. Llevé el cuenco de palomitas, se lo di y puse “A tres metros sobre el cielo” en versión italiana. Me encantaba el protagonista. Me senté a su lado y me acomodé apoyando mi cabeza en su pecho. Notaba como su mano se paseaba por mi brazo acariciándolo. Me daba la mano, me acariciaba el pelo y de vez en cuando hacía algún comentario sobre la película para “demostrar” que era un tío.

Me encantaba la película imaginaba ser Babi, enamorada de un chico que aparte de guapísimo era perfecto. Era el chico malo que se enamoraba de la chica buena. Lo daba todo por ella, dejaba de montar tan rápido en la moto y no corría. No se metía en problemas, y eso también me molestaba porque le cambiaba, ya no era él. Esa chulería que había al principio fue desapareciendo y se iba convirtiendo en más cariño. Y Babi termino por cargárselo por completo, tirándolo a su antojo por ser una niña pija que se cansó de aguantar las  imperfecciones de su chico.
No sé por qué pero pensé en el chico nuevo de clase, vestía igual que Step y su moto era prácticamente igual. Los ojos al contrario en vez de claros eran oscuros como la noche. Pero eran muy atrayentes, tenía miedo de asomarme y mirarlos, caerme dentro de esos agujeros negros y perderme.

¿Por qué estaba pensando en él? No sabía ni como se llamaba y estaba con Matt en mi casa viendo una película. Le abracé y miré al televisor, sonreí le besé pero un beso suave no quería iniciar nada. Me sonrió y me abrazó, me acomodé en su regazo y terminé de ver la película.

-Te quiero.
-¿Qué?- Me extrañé, no podía creer lo que me había dicho.
-Que te quiero Abby.

jueves, 18 de agosto de 2011

Capitulo 17



Capitulo 17

-Buenos días princesa.
Se estiró, los brazos se extendían hasta llegar a los dedos que trataban de alcanzar algo pero sólo llegaban a coger aire. Me abrazó instintivamente sonriendo y me besó en el hombro. Sonreí y me giré para ver la hora, era demasiado tarde, mañana tenía que ir al instituto y tenía que hacer los deberes de lengua, sonreí para mí misma.

-Tengo que hacer cosas Matt y es muy tarde asique me temo que tengo que irme.
-¿Estás segura?

Me mató con esa pregunta, no quería irme pero tenía que hacer la tarea, sus besos que recorrían mi hombro y seguían por mi cuello me estaban volviendo loca, tenía que ser fuerte y resistir a la tentación. Ahora fui yo la que se giró e intentó alcanzar los shorts. Me los puse con dificultad debido a que Matt intentaba sabotear la misión de irme de su casa. Terminé de vestirme y él estaba de pie, enfrente mía con sus calzoncillos únicamente como vestimenta. Me daba besos suaves por los labios y me puso en la muñeca el pañuelo que él se había puesto el día anterior para darme la sorpresa.

-Para que no te olvides de esta noche.

Me susurró esa frase al oído y yo me mordí el labio mirándole. Le besé, fue un beso suave, dulce sin abrir los labios. Cogí el casco y las llaves de la moto.

-Adiós, ya nos veremos.-Le besé y le sonreí.
-Mañana puede que te vaya a buscar al instituto si tú quieres.
-Voy a ir con la moto cielo, te llamo y quedamos si no tengo mucha tarea, ¿vale?
-Si, si.-Dijo riéndose.-No sabía yo que ahora eras responsable…

Le pegué un suave puñetazo en la tableta de chocolate y me fui de su casa pasando antes por el baño dónde tenía ya un cepillo de dientes de tantas veces que me quedaba en casa de Dani. Me subí en la moto y fui a casa, sonreía esa noche me lo había pasado increíblemente bien.
Cuando llegué a casa no había nadie, me duché y me espabilé. Mi mente se despejó y empecé a hacer la tarea de lengua. Sonreí pensando en Christian parecía una estúpida adolescente que se reía con todo lo que le recordase a su novio o a cualquier ligue que hubiesen tenido en su vida.
Pensé que me estaba convirtiendo en una de ellas, en una chica enamoradiza a pesar de que yo no quisiese. Yo quería ser una mujer fatal que jugase con los hombres y eso es lo que estaba haciendo pero sentía cosas por ellos y eran cosas fuertes. Me vendrían de lujo unas vacaciones yo sola en la montaña por ejemplo, siempre había soñado con esa semana en la montaña, en la típica cabaña con un chocolate caliente sin tener que preocuparme por nada. Sueños eso es lo que eran, sueños. No podría permitirme eso y no iba a pedir dinero a nadie.

Me levanté y preparé el bolso con las cosas de clase y me vestí. Me puse unos vaqueros, una camiseta negra de manga corta negra, una sudadera verde de NYPD y unos botines Nike verdes y negros.
Fui al instituto con la moto como de costumbre pero no busqué a Dani, me llamó ayer para decirme que iba a ir Lucas a por ella. Había visto una moto aparcada en el sitio dónde yo aparcaba siempre, mi sitio. Tuve que aparcar al otro lado del instituto dónde se encontraban las demás plazas que estaban vacías. Di la vuelta al edificio y entré en clase, dejé el bolso encima y busqué a Dani con la mirada, pero no la encontré por ningún lado, perfecto no iba a poder contarle lo que había pasado la noche anterior con Matt. Me senté apoyando mi cabeza en el bolso, me entraron ganas de dormirme encima de la mesa pero un golpe sonó, el asiento de al lado había sido ocupado. Me extrañé, si hubiese sido Dani me habría saludado. Giré mi cabeza disimuladamente y miré por debajo de la mesa. Vi unas botas militares negras desgastadas y sin abrochar, me extrañó porque ninguno de los chicos de mi clase tenía ese estilo. Me levanté y me giré sin ninguna vergüenza y le miré. Me quedé embobada mirándole era un tío alto, tenía el pelo corto y negro oscuro como sus ojos. Eran unos ojos negros profundos, las facciones de su cara estaban bien marcadas, al igual que sus músculos que casi quedaban ocultos en la cazadora negra de cuero. Llevaba un casco del mismo color y lo dejó en la mano. Ya sabía quién era el ladrón de mi plaza de parking. Llevaba una camiseta gris que estaba un poco ajustada a su cuerpo. Miré a la pizarra cuando entró Christian, estaba guapísimo como siempre pero le noté algo raro. No pude evitar mirar a mi lado, estaba mirando con atención a la pizarra atendiendo a las explicaciones del profesor mientras mordía un bolígrafo. Era guapísimo, me decidí a saludarle pero tocó el timbre de clase y recogió enseguida y se fue. Pensé que iría con sus amigos asique empecé a buscar a Dani pero no la encontraba. Cogí el móvil y la mandé un sms, <<Dani donde te metes? Contéstame vale? Un beso!>>
Estaba preocupada Dani no faltaba nunca a las clases, era muy responsable en ese ámbito. Lucas a veces la llevaba por el mal camino pero ella sabía controlarse, no estaban juntos pero tonteaban muchas veces. Los dos tienen un carácter muy fuerte pero en el fondo se llevan bien. Últimamente quedaban mucho solos y Dani estaba feliz por ello. Mientras todo estuviese bien yo también lo estaría. Pasaron las clases y el chico misterioso sólo vino a las clases que teníamos en común, en biología, química y matemáticas estuve sola. Me di cuenta de que en las asignaturas comunes no había más espacio para sentarse asique di por sentado que no quería hacer amigos ya que no me habló en todo el día mientras yo le observaba de reojo en las clases. Al salir le encontré subiéndose a la moto.

-Bonita moto, es de las buenas ¿eh?- Le dije, para entablar una conversación.

No hubo respuesta solo una mirada profunda a través del casco, a continuación sonó el ruido del motor y salió rápido del instituto. Mientras me dirigía hacia la moto, pensaba en cómo se podría llamar ya que no habían dicho ni siquiera su nombre en clase.

martes, 14 de junio de 2011

Capitulo 16

-¿Confías en mí?- Me susurró al oído y noté como mi piel se erizaba al sentir su aliento en ella.

Asentí con la cabeza y note como sus brazos se ceñían y me abrazaban la cintura. Sentí su cuerpo pegado al mío y el calor que me transmitía a mí cuerpo. Estaba feliz, me gustaba estar entre sus brazos, estaba protegida y lo sabía. La única cosa que me podía hacer daño era él y no creía que lo volviese a hacer, me perdería. Me estaba poniendo a mil, sólo con tener su cuerpo pegado al mío. Empecé a caminar porque él y su cuerpo me lo pidieron. Me indicó que había unos escalones, aunque yo me sabría la casa de memoria, con los ojos cerrados si tuviese que ir sola. Me abrazaba, pero me dejaba hueco para andar, me pidió que esperase un momento dónde me dejó. Apagó las luces lo escuché, al parecer el sentido del oído se había agudizado al perder la visión. Percibía un olor, era chocolate. Me relamí los labios, en pocos minutos sentí su presencia otra vez detrás de mí. Me quitó la banda de los ojos, parpadeé un par de veces y entonces vi la casa, estaba llena de velas, de todos los colores, en una gama que incluía tonos marrones a beige.  También había incienso, sonreí, suponía que se las había quitado a Danielle. Me volví y le abracé, le di múltiples besos con inocencia en el cuello. Me abrazó y me besó mientras sonreía.

-Venga va, que tengo más cositas preparadas.- Me dijo susurrando.
-Pero es que yo estoy muy cómoda aquí.-Le dije poniendo morritos y voz de niña pequeña.

Sonrió pero no dijo nada, me volvió a girar y me indico que subiera por las escaleras, me encantaba este rollo romántico, sabía que si Dani estuviera en mi lugar no le gustaría porque a ella esto no la gustaba nada. Aunque sabía que tenía un lado romántico que nunca enseñaba y si le hacían esto se la caerían las bragas. Vi su cuarto y sonreí pero ahora me tenía que centrar en su hermano, en Matt.
Estaba muy atento a cada movimiento que hacía, me miraba y le sonreía. Su cuarto estaba alumbrado con la poca luz del sol que entraba por los huecos de las persianas. Había unas cortinas naranjas tirando a rojas que le daba un toque romántico a la habitación. En vez de pétalos en la cama como me había imaginado, había puesto chocolatinas, él sabía lo mucho que me gustaba el chocolate. Me abalancé contra su cuerpo, me abrazó por la cintura y sus manos se movían por la parte baja de mi espalda, mi trasero y los muslos.  Ahora sí, que sus besos abrían mis labios. Nuestras lenguas se saludaban y reconocían, ya habían coincidido varias veces.
Mis manos acariciaban su espalda e intenté quitarle la camiseta, paramos. Nos quitamos nuestras camisetas y volví a besarle con rabia casi en vez de pasión. Mientras lo hacía le desabrochaba el botón de los vaqueros. El hizo lo mismo pero dándome besos por la clavícula, me estaba poniendo a mil. Me besaba y mordía mis labios mientras nos caíamos con suavidad en la cama. Él estaba tumbado encima de mí.
Cogí una de las chocolatinas y la desenvolví la metí en mi boca, él me besó y sentía como el chocolate se deshacía en nuestras bocas. El calor se extendía por nuestros cuerpos a medida que nos besábamos. Nuestros cuerpos se pegaban, hacía calor debido a la tensión sexual y la energía que desprendían las velas.
Estaba que echaba cohetes, y él lo notó, notaría cualquier cosa que yo quisiese con sólo mirarle, me quitó los pantalones y me dio besos por el ombligo. Subió y me despojó del sujetador lentamente y empezó a juguetear como un bebé con el seno de su madre. Lo besaba y lo succionaba, le daba pequeños mordiscos amorosos. Le dedicaba tiempo a mis pezones. Yo mientras tanto soltaba pequeños gemidos que escapaban y esta vez lo iba a redimirlos, estábamos solos. Podía notar como su miembro erecto crecía, él se rozaba contra mi sexo. Matt empezó a dar besos y lametazos en mi bajo vientre, pero no llegaba todavía a lo que quería hacer, después de algunos besos y caricias, por fin lo hizo. Lo agarró entre sus labios y lo besó, podía notar como la sangre y la excitación se juntaba en ese punto tan poderoso capaz de provocar los mejores orgasmos en una mujer. Es lo que era, una bomba de placer, y él estaba consiguiendo que estallase. El primer orgasmo, y yo gemía alto pero él me calló dándome besos realmente placenteros. Mi cadera se arqueaba y pegaba más contra su cuerpo, la piel se erizó. Le besé por el cuello, le mordí yo ya no sabía lo que hacía. Me puse encima de él. Le quité toda la ropa posible, y agarré su miembro grande, erecto y duro. Le hice caricias a lo largo de él, y también lo giraba flojito lo suficiente para procurarle placer. Acerqué mis labios y le miré con lascivia, empecé a introducirlo en mi boca, jugueteaba con mi lengua. Miré su cara y vi como empezaba a gemir, seguí así hasta que vi que estaba a punto de correrse y lo dejé. Le puse un condón que había en el cajón de su mesilla. Empecé a besarlo por el pecho lentamente subiendo por su clavícula y me lo introduje lentamente y empecé a cabalgar literalmente a Matt. Primero iba lento, pero empecé a aumentar la intensidad. Gemíamos al unísono, me agaché hacia él para procurarme más placer y le mordí el labio. Pasaron minutos de silencio, de gemidos, de respiraciones agitadas por los orgasmos producidos y todo esto abrazados en su cama, era precioso estar así con él, le quería y yo lo sabía. Me dormí entre sus brazos, tapada por una fina sábana. No quise despertarme, pero unos rayos de sol me alumbraron los ojos y lo hice, vi unos cabellos rubios a mi lado y sonreí, pensé que no me importaría despertar así siempre. Los acaricié y su torso también, estaba tan musculado. Una media sonrisa se dibujaba en su cara que se despertaba lentamente dirigiéndome una mirada de ojos grises llena de alegría.

martes, 7 de junio de 2011

Capitulo 15

Le miré, me dolía hacerlo porque me recordaba lo que él había hecho, lo que me había dicho. Siendo él a la primera persona que se lo contaba después de mí circulo cerradísimo de amigos y me lo echó en cara. Pero no fue mi culpa, sin embargo esto sí. Deseaba no haberle contado nada, y sabía que me arrepentiría toda la vida por haberlo hecho.

-Pues dímelo ya no tengo todo el día Matt…
-¿De dónde vienes? He pasado aquí toda la noche y no te he visto
-Creo que no tengo que darte explicaciones.-Contesté en un tono secante.

Aparte de lo que hizo, ¿pretendía que le diese explicaciones de lo que había hecho? Era lo último que podía esperar.

-Vale, si es cierto, lo siento. Abby, siento mucho lo que te dije. No debería habértelo dicho ni echártelo en cara, porque no tienes la culpa, ¿me perdonas pequeña?

No sabía si perdonarle, a pesar de su petición. Le miré, tenía en su cara una expresión triste y apenada, pero podría estar fingiéndolo. Seguía siendo él, su mismo cabello rubio y brillante, pero su cara no estaba como siempre, no sonreía. No tenía esa sonrisa que me volvía loca. Me arrepentiré de lo que iba a hacer.

-Vales, estás perdonado, pero tendrás que ganártelo. No te lo voy a poner tan fácil como tú te piensas.

Sonrió y esta vez me hizo hacerlo a mí también, cosa que no quería hacer. Pero era su sonrisa y ésta me hacía sentir bien como si cualquier cosa no importase en el mundo. Pero sus ojos, aquellos ojos grises transmitían alegría ahora y la expresión de su rostro cambió totalmente.

-Ya sé cómo hacerlo, pero para eso tienes que quedar conmigo esta noche. No más numeritos familiares, sólo tú y yo.
-¿Y Dani, no va a estar en casa?
-Que va, se va al pueblo con mis padres, en realidad tendría que haber ido pero estaba esperando a hablar contigo y al final no voy a ir si quieres quedar conmigo esta noche, claro.

Me hacía ilusión la verdad, por una vez, íbamos a estar completamente solos. Quería olvidar la tarde de su cuarto, y sabía que me recompensaría por ese fatal error. Pasaron sólo dos días pero me había vuelto a acostumbrar a su presencia después de su desaparición, sabía que no soportaría tanto tiempo sin él, otra vez. Sonreí como una idiota al pensar en las sorpresas que me iba a preparar, ya que de pequeño él era muy detallista, esperaba que eso no hubiese cambiado.

-Vale, ¿a qué hora quedamos?
-Abby, ¿sabes qué? Me acabas de hacer más feliz aún de lo que ya estaba por tenerte a mi lado. A las nueve en mi casa, ¿te parece bien?
-Perfecto.-Reí.- ¿Llevo algo?
-Nada, tú no te preocupes por nada, ¿vale? Yo me encargo de todo. Luego te veo, tengo que hacer muchas cosas.- Se fue corriendo pero al segundo volvió y me besó, un suave beso en los labios.- Te quiero enana.

Y se fue, yo tenía que entrar en casa y enfrentarme a mi madre, por no haberme presentado allí por la noche. Aunque ya era mayor, de vez en cuando se preocupaba demasiado por mí. Por suerte no había nadie, subí y preparé el baño, no un baño normal sino uno de los que a mí me gustaban. Llené la bañera de agua caliente y puse jabón para hacer espuma. Encendí unas cuantas velas de vainilla y una vara de incienso que me recordó a Danielle. Usé también bolitas de aceite con la misma fragancia que las velas y cerré la ventana, estaba totalmente a oscuras, salvo la tenue luz de las velas.
Me metí en la bañera y eché la cabeza hacia atrás, sentía el agua en mi cuerpo y la efervescencia de la pastilla para baño que eché de vainilla. Eché la cabeza hacia atrás apoyándola en la almohada que tenía para el baño. Sonreí y pensé en él, en Matt, pero también lo hice con Christian. Pensaba en los dos y sabía que algún día se tendría que acabar, porque iba a acabar enamorándome de alguno de los dos, cosa que no quería hacer y la única manera de no hacerlo era separándome de ellos, y no podría, no quería en realidad. Sentí que necesitaba aquellos ojos verdes con sus motas azules mirándome siempre, pero también necesitaba estar rodeada por esos musculosos brazos mientras mis dedos se enredaban en los cabellos rubios de Matt. Necesitaba sentir todo eso, pero era realmente egoísta por mi parte hacerlo, acaparar a los dos, aún no teniendo nada serio con ninguno de los dos. No sabía qué hacer y en esto no podía pedir ayuda a Danielle, ella siempre  diría que su hermano era la mejor opción, al fin y al cabo era familia.
Pasaron las horas y eran las ocho, nuestras casas estaban relativamente cerca si ibas en algún medio de transporte o caminabas muy deprisa. Me puse unos shorts vaqueros y una camiseta de manga corta con escote de pico y botones adornándola de color blanca, con unas zapatillas planas con cordones blancas también. El pelo lo llevaba suelto con espuma para potenciar los rizos. Cogí la moto y en cuestión de minutos llegué a casa de Danielle y Matt. Llamé al timbre y salió él, con un pañuelo negro atado a la muñeca, una camiseta negra ajustada de manga corta y bermudas vaqueras y las zapatillas acorde con la camiseta.

-Buenas noches señorita.-Me besó la mano.- ¿Puedo?-Dijo señalando el pañuelo y mirándome.
-Si, claro.-Le dije sonriendo.

Agarró el pañuelo y me lo puso en los ojos, tapándome la vista que tenía hacia su casa.